FaBulARio

23.5.04

Genocidio

Hay una palabra que no fue inventada por el hombre. Hay una palabra que nació como un hombre.
Cuando encontremos esa palabra, tendremos que dispararle un misil de sintaxis, un proyectil de razón, para que sangre como un hombre.

16.5.04

Drácula

Pobre Conde Drácula: condenado a contar plátanos en Barrio Sésamo, condenado a beber leche pasteurizada.
Uno, dos, tres... Él quiere hacer raíces cuadradas, ecuaciones de segundo grado, potencias. Condenado a repetir una simple progresión ascendente. Ni siquiera tiene la dignidad de poder usar una calculadora. Calcular los centímetros cúbicos de sangre que caben en una copa, el área de un ataúd, la catenaria del vuelo de los murciélagos.
Por el día, con las manos cruzadas sobre el pecho, después de su trabajo en el plató infantil de la calle Sésamo, recuerda a su amigo Murnau, a Bela Lugosi. Recuerda los armadillos. Todos se fueron. Él está condenado a permanecer.

8.5.04

alas de plástico

Los aviones de juguete llevan pilotos cuyos sentimientos son falsos, tan falsos como la maquinaria que se dejan llevar. Los destinos, las rutas que manejan, no sirven a la vida, sino al cerebro. A veces quisera transformarme en un piloto que parece que lleva la seguridad de Dios en sus manos. Los pasajeros siguen confiando en ese piloto, tal vez porque ellos sean paisanos de su mismo material, verdaderos seres que no necesitan cuerpos mortales, cuerpos llenos de sangre o venas, ilusiones programadas o terminales. Los aviones de juguete siempre llegan a su destino, debo comprarme uno, para aprender a volar.

6.5.04

Aprendizaje

Vamos a volar sobre los tejados como las antenas. Vamos a refugiarnos bajo los puentes, como los ríos con miedo a la lluvia. Vamos a pintar un camino que lleve a otro camino, una señal que confunda, un semáforo que detenga las gaviotas sobre el mar. Vamos a regalarnos un autobús entre todos los paraguas, un café donde conversar acerca de la lluvia.
Si esto no basta para amarnos, vamos a inventar una teoría sobre las llaves ciegas, una geometría entre las manos de las sábanas.
Si esto no basta para amarnos, digámosnos "adiós" en un andén. Habremos aprendido a amarnos.