El Arca de Noé
Cuando Noé contruyó el Arca de Noé su intención era convertirse en un pirata. Es inverosímil considerar siquiera la posibilidad de que su Arca fuese la única nave en la Tierra de la inundación, pues el hombre ya sabía pescar, y los fenicios sabían incluso comerciar. Había ya muchos barcos para toda la tripulación de animales del mundo, y es ridículo defender que una barcaza endeble construida por un hombre que no entendía de aeronáutica haya salvado la zoología terrestre. Este barco se hubiese hundido sin gloria si no fuese porque Dios había pensado en Noé como protagonista para una nueva Odisea, la "Biblia". Noé quería ser pirata y Dios quería ser Homero. A Noé le irritaban aquellos grumetes que Dios se había empennado en embarcar: leones, hipopótamos, jirafas, cocodrilos... pero era lo suficientemente listo para saber que aquella nave construida a martillazos, que parecía un Caballo de Troya y una catapulta y un faro y una caseta todo a la vez... aquella nave no recorrería ni medio nudo, si lo consideraba desde una perspectiva científica.
La eternidad era sólo un juego de concesiones, y Noé tuvo que resignarse a su destino.
Alguna vez, pudo verse ese artilugio inexacto surcar la tierra inundada. Una bandera negra ondeaba en su mástil.
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