Finales móviles
Agradezco públicamente todas mis visitas. Sin embargo, no quiero mentirles: les advierto que soy una traidora. Me ocurre que en ocasiones releo lo que he escrito y decido cambiarlo, así que no deben extrannarse de que su memoria recuerde otro final u otro principio. El lobo que ayer cantaba un aria es hoy un hombre lobo, y el glaciar que ayer caminaba en Groenlandia puede haberse detenido en algún punto de su viaje, haberse sentado allá, justo en la orilla, y haber decidido que es hora de esperar a que un iceberg le cuente cómo es el color del mar.
Estos finales móviles vienen a mí con su hoja de reclamación en la mano, y exigen que les escuche. A veces me obligan incluso a que mate otro final que se creyó a salvo, definitivo en la red; yo soy, como ya les dije, una traidora, y no me importa el crimen si sólo es tipográfico.
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