La otra Odisea
Penélope no era feliz. Ítaca era una isla ciega frente a una ventana al mar. Allá, a lo lejos, hay otras ciudades, hay otras leyendas. Penélope podía escuchar el rumor de otro mundo morir al otro lado. Los annos pesaban sobre sus ojos como la barba de Tritón sobre el océano. Ella pensaba: "Los párpados pesan sobre los días como el mar sobre su fondo de naufragios. Si me quedo aquí seré Penélope. Si me voy, seguramente nadie será Penélope. Quedará un sitio vacío aquí, donde yo me siento a tejer. Aquí habrá un sitio vacío que será la ausencia de Penélope, que será la ausencia de Ulises. Cuando me haya ido me llevaré la Odisea para siempre". Fue entonces cuando partió.
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