El Paraíso
En el Paraíso hay muchos árboles, pero ninguno como el manzano prohibido. A veces me tiendo desnuda bajo su sombra, y juego a contemplar cómo caen sus frutos. Las manzanas caen siempre hacia el suelo. Debe existir un poder magnético que las atrae. Lo llamaré "gravedad".
La gravedad empuja a las manzanas hacia el suelo que es la muerte, pero estos frutos están muertos desde que nacen. Nadie conocerá el sabor de su savia. Viven sólo el instante que dura su caída: son pájaros encarcelados en una rama. Yo podría tomar una manzana en mis manos y acercarla a mi boca. Yo podría rescatar una sola manzana, reinventar la gravedad. Esta manzana recordaría mis labios sólo un instante. Su pecado me recordaría para siempre.
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